Mundial: ¿Hacia el fin anunciado de la herencia de las luces?
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Marieme Hélie-Lucas Resumen de los hechos: 30 de septiembre de 2005: el diario conservador danés Jullands-Posten publica 12 caricaturas del profeta Mahoma; ello ha provocado peticiones de disculpas, amenazas de muerte y manifestaciones en Copenhague;
20 de octubre: varias embajadas de países musulmanes protestan oficialmente;
29 de diciembre: La Liga Árabe protesta;
21 de enero de 2006: La Unión Internacional de los Ulemas en El Cairo llama al boicot de los productos daneses y noruegos, pues un magazín noruego, ante la marea mediática, acaba de publicar en enero las caricaturas; el 1 de febrero, por las mismas razones, otros periódicos europeos las publican.
En efecto, a pesar de las ‘disculpas’ y ‘pesares’ expresados por los periódicos incriminados y las declaraciones ambiguas de los gobiernos danés y noruego que buscan nadar y guardar la ropa, los países árabes reclaman ahora sanciones, llaman a sus embajadores, finalmente estallan disturbios, se queman embajadas de países incriminados en Oriente Medio y finalmente cualquier ciudadano oriundo de países donde se publicaron estas caricaturas es diana potencial para los integristas.
Lo que me parece más preocupante en este rocambolesco asunto de las caricaturas danesas, es que las fuerzas políticas en presentes en Europa van menguando:
Pues, ¿qué pasa de hecho? Han visto las famosas caricaturas? No son especialmente buenas pero sobre todo son particularmente sosas. A parte de la que pone una bomba en el turbante de Mahoma, y confunde así musulmanes e integristas terroristas, no hacen daño ni a una mosca.
Recordemos un instante caricaturas contra la iglesia católica por ejemplo, contra el Vaticano que se publican de forma permanente en Francia, mil veces más divertidas, crueles y malévolas que estos tristes dibujos... Imaginen un segundo que los millones de católicos del mundo entero, y no solo un puñado de iluminados como ya ha ocurrido, hubieran quemado embajadas y amenazado la vida de todo ciudadano de la misma nacionalidad que los editores de los periódicos que hubiesen publicado estos dibujos...
Gritarían “¡Loco!”, tendrían razón... pero entonces ¿cómo es que no se grita “loco” cuando son unos integristas musulmanes que hacen esto? ¿Dónde chirría esto, para que la izquierda pierda su sentido crítico y deje la exclusiva de la reacción a la extrema derecha racista?
Ciertamente la izquierda no aprueba los “excesos” de los integristas y otros locos de Dios pero, veamos, en el fondo hay que matizar... no ofendamos, no blasfememos,... Sí, aquí está la palabra que se pronuncia constantemente en las televisiones francesas, por las bocas más políticamente diversas: ¡“blasfemia”¡ ¿Desde cuándo esta palabra pertenece al vocabulario de la República laica francesa? Hay que creer en Dios para blasfemar... Y una no es islamófoba por la única razón de no imponerse las restricciones diversas que los creyentes se imponen a si mismos. Recordemos la controversia sobre el velo en la escuela (es decir para las menores de diez y seis años en el interior de los locales escolares exclusivamente), recordemos igualmente la exigencia de piscinas separadas para los hombres y las mujeres, la exigencia de servicios médicos enteramente femeninos en los hospitales públicos, la exigencia no solamente de que no se sirva carne de cerdo en los comedores escolares, sino también de que toda la carne que se sirva en ellos sea hallal, la petición de modificación de programa escolar para las niñas: sin clases de deporte, de biología, de música, de dibujo, etc. – ¿de dibujo, decíamos? Pues sí: si para los integristas musulmanes la representación humana está prohibida, será necesario que el resto de la humanidad deje de dibujar, sino es que es islamófoba y que no respeta las creencias de los demás...
Es desde hace décadas ya la táctica de los integristas: si no piensan, no actúan como nosotros, no obedecen a nuestros imposiciones, no es porque ustedes se oponen a una forma de fascismo, es porque están en contra del Islam puesto que el Islam somos nosotros.
Es el discurso que han sostenido en Argelia, es decir frente a otros musulmanes que consideraban como kofr y asesinaban por esta razón. Es también el discurso que sostienen en Europa. Y funciona.... ¡consiguen intimidar a tanta gente con este razonamiento cojo!
Ahora bien lo que vemos llegar progresivamente en Europa y en Francia, mayormente bajo la dirección de los integristas musulmanes, es la imposición de identidades religiosas y el respeto forzado de maneras de ser y de pensar especificas de una religión. Así los integristas musulmanes ganan terreno en Francia, puesto que no tienen nadie enfrente, a la izquierda, que fije los límites de su libertad en relación a la de los demás; los únicos que levantan la voz son los musulmanes progresistas y los ciudadanos agnósticos y ateos originarios de países musulmanes – que saben perfectamente lo que tienen que perder en este aumento del integrismo en Europa -, pero no interesan a los medios. Pues desgraciadamente, los únicos a quien los medios dan la palabra son los integristas – como si los únicos verdaderos musulmanes a sus ojos, fueran los integristas, como si un musulmán debiera ser un integrista para ser un verdadero musulmán. ¿Racismo inconsciente?
Pero la verdad es que en la actualidad, ni Voltaire, ni Montesquieu se publicarían en Francia: los editores no asumirían este riesgo. Y si un pequeño editor valiente se atreviera, sería objeto de una fatua... ¿Habría alguien para defenderle? Probablemente no: le dirían que ha provocado a “los musulmanes”, que no respeta las creencias y la cultura de los demás. Recordemos que la obra de Voltaire ha sido retirada de los programas en Ginebra bajo la presión de los integristas musulmanes que la consideraban blasfema y ofensiva. Esto no ha levantado ningún clamor.
Vamos, está claro, hacia una profunda modificación de los valores en Europa. Recibimos ya índices significativos cuando la Unión Europea consideró mencionar al cristianismo como valor común de los europeos en la Constitución, y luego cuando se habló de criminalizar la blasfemia en las leyes europeas. En los dos casos, los representantes de la Francia laica se opusieron. Pero vemos cada vez más sus dudas y su debilidad, incluso en el momento de la controversia sobre el velo en la escuela, frente al aumento del integrismo musulmán. Se les ve dispuestos a aceptar compromisos, en nombre del respeto a las culturas y las religiones, en nombre del anti-racismo, en nombre de la libertad de expresión, etc...
Las fuerzas progresistas tienen una inmensa responsabilidad en este asunto, han adoptado el discurso apolítico de los derechos humanos, que sirvió con eficacia los intereses de la fracción fascista de los llamados “musulmanes” y favoreció la representación exclusiva de toda una comunidad por una alianza que va de los conservadores a los fascistas barbudos.
La izquierda europea ha incumplido gravemente, desde el asunto Rushdie – y a los Estados europeos les ha faltado claridad política, y especialmente a Dinamarca que desde hace décadas ha extendido su benevolencia a los asesinos del FIS y del GIA que encontraron en ese país un remanso de paz y constituyeron una retaguardia desde donde preparaban y financiaban, entre otros, los atentados cometidos en Argelia. Recoge ahora los frutos de su ceguera.
Si un bien pudiera salir de un mal, esperemos que el grotesco asunto de las caricaturas del Profeta, lejos de llevar a ciertos Estados a disculparse ante los musulmanes del mundo entero – que recordémoslo, no les piden nada, son los integristas que lo piden – plantee por fin la pregunta en términos políticos: los Estados europeos, las fuerzas progresistas europeas, dejarán que los integristas sigan hablando en nombre de todos los “musulmanes” (es decir, para ellos: creyentes y no creyentes originarios de países musulmanes), o darán por fin a las fuerzas progresistas originarios de países musulmanes el lugar de interlocutores que merecen? Con su ayuda, plantearán por fin las preguntas sociales urgentes que deben resolverse, para que dejen de servir de pretexto y de justificación al adoctrinamiento religioso integrista de una juventud que tiene sed de reconocimiento social, de mezcla social, de trabajo, de integración en Europa.
4 de febrero de 2006
Traducción del francés: Yolanda Rouiller, Mujeres de Negro
También está disponible la traducción al inglés
21 de enero de 2006: La Unión Internacional de los Ulemas en El Cairo llama al boicot de los productos daneses y noruegos, pues un magazín noruego, ante la marea mediática, acaba de publicar en enero las caricaturas; el 1 de febrero, por las mismas razones, otros periódicos europeos las publican.
En efecto, a pesar de las ‘disculpas’ y ‘pesares’ expresados por los periódicos incriminados y las declaraciones ambiguas de los gobiernos danés y noruego que buscan nadar y guardar la ropa, los países árabes reclaman ahora sanciones, llaman a sus embajadores, finalmente estallan disturbios, se queman embajadas de países incriminados en Oriente Medio y finalmente cualquier ciudadano oriundo de países donde se publicaron estas caricaturas es diana potencial para los integristas.
Lo que me parece más preocupante en este rocambolesco asunto de las caricaturas danesas, es que las fuerzas políticas en presentes en Europa van menguando:
- por un lado los integristas musulmanes, es decir una fuerza de extrema derecha disfrazada de movimiento religioso, que aprovechan cualquier ocasión para presentarse como víctimas del Occidente ateo y para avanzar sus peones en una Europa dispuesta a todos los compromisos para preservar la paz social.
- del otro, la extrema derecha europea racista que no espera más que un nuevo desbordamiento de parte de aquellos para obtener finalmente el derecho de machacar a la población inmigrante originaria de países musulmanes, que no es culpable.
Pues, ¿qué pasa de hecho? Han visto las famosas caricaturas? No son especialmente buenas pero sobre todo son particularmente sosas. A parte de la que pone una bomba en el turbante de Mahoma, y confunde así musulmanes e integristas terroristas, no hacen daño ni a una mosca.
Recordemos un instante caricaturas contra la iglesia católica por ejemplo, contra el Vaticano que se publican de forma permanente en Francia, mil veces más divertidas, crueles y malévolas que estos tristes dibujos... Imaginen un segundo que los millones de católicos del mundo entero, y no solo un puñado de iluminados como ya ha ocurrido, hubieran quemado embajadas y amenazado la vida de todo ciudadano de la misma nacionalidad que los editores de los periódicos que hubiesen publicado estos dibujos...
Gritarían “¡Loco!”, tendrían razón... pero entonces ¿cómo es que no se grita “loco” cuando son unos integristas musulmanes que hacen esto? ¿Dónde chirría esto, para que la izquierda pierda su sentido crítico y deje la exclusiva de la reacción a la extrema derecha racista?
Ciertamente la izquierda no aprueba los “excesos” de los integristas y otros locos de Dios pero, veamos, en el fondo hay que matizar... no ofendamos, no blasfememos,... Sí, aquí está la palabra que se pronuncia constantemente en las televisiones francesas, por las bocas más políticamente diversas: ¡“blasfemia”¡ ¿Desde cuándo esta palabra pertenece al vocabulario de la República laica francesa? Hay que creer en Dios para blasfemar... Y una no es islamófoba por la única razón de no imponerse las restricciones diversas que los creyentes se imponen a si mismos. Recordemos la controversia sobre el velo en la escuela (es decir para las menores de diez y seis años en el interior de los locales escolares exclusivamente), recordemos igualmente la exigencia de piscinas separadas para los hombres y las mujeres, la exigencia de servicios médicos enteramente femeninos en los hospitales públicos, la exigencia no solamente de que no se sirva carne de cerdo en los comedores escolares, sino también de que toda la carne que se sirva en ellos sea hallal, la petición de modificación de programa escolar para las niñas: sin clases de deporte, de biología, de música, de dibujo, etc. – ¿de dibujo, decíamos? Pues sí: si para los integristas musulmanes la representación humana está prohibida, será necesario que el resto de la humanidad deje de dibujar, sino es que es islamófoba y que no respeta las creencias de los demás...
Es desde hace décadas ya la táctica de los integristas: si no piensan, no actúan como nosotros, no obedecen a nuestros imposiciones, no es porque ustedes se oponen a una forma de fascismo, es porque están en contra del Islam puesto que el Islam somos nosotros.
Es el discurso que han sostenido en Argelia, es decir frente a otros musulmanes que consideraban como kofr y asesinaban por esta razón. Es también el discurso que sostienen en Europa. Y funciona.... ¡consiguen intimidar a tanta gente con este razonamiento cojo!
Ahora bien lo que vemos llegar progresivamente en Europa y en Francia, mayormente bajo la dirección de los integristas musulmanes, es la imposición de identidades religiosas y el respeto forzado de maneras de ser y de pensar especificas de una religión. Así los integristas musulmanes ganan terreno en Francia, puesto que no tienen nadie enfrente, a la izquierda, que fije los límites de su libertad en relación a la de los demás; los únicos que levantan la voz son los musulmanes progresistas y los ciudadanos agnósticos y ateos originarios de países musulmanes – que saben perfectamente lo que tienen que perder en este aumento del integrismo en Europa -, pero no interesan a los medios. Pues desgraciadamente, los únicos a quien los medios dan la palabra son los integristas – como si los únicos verdaderos musulmanes a sus ojos, fueran los integristas, como si un musulmán debiera ser un integrista para ser un verdadero musulmán. ¿Racismo inconsciente?
Pero la verdad es que en la actualidad, ni Voltaire, ni Montesquieu se publicarían en Francia: los editores no asumirían este riesgo. Y si un pequeño editor valiente se atreviera, sería objeto de una fatua... ¿Habría alguien para defenderle? Probablemente no: le dirían que ha provocado a “los musulmanes”, que no respeta las creencias y la cultura de los demás. Recordemos que la obra de Voltaire ha sido retirada de los programas en Ginebra bajo la presión de los integristas musulmanes que la consideraban blasfema y ofensiva. Esto no ha levantado ningún clamor.
Vamos, está claro, hacia una profunda modificación de los valores en Europa. Recibimos ya índices significativos cuando la Unión Europea consideró mencionar al cristianismo como valor común de los europeos en la Constitución, y luego cuando se habló de criminalizar la blasfemia en las leyes europeas. En los dos casos, los representantes de la Francia laica se opusieron. Pero vemos cada vez más sus dudas y su debilidad, incluso en el momento de la controversia sobre el velo en la escuela, frente al aumento del integrismo musulmán. Se les ve dispuestos a aceptar compromisos, en nombre del respeto a las culturas y las religiones, en nombre del anti-racismo, en nombre de la libertad de expresión, etc...
Las fuerzas progresistas tienen una inmensa responsabilidad en este asunto, han adoptado el discurso apolítico de los derechos humanos, que sirvió con eficacia los intereses de la fracción fascista de los llamados “musulmanes” y favoreció la representación exclusiva de toda una comunidad por una alianza que va de los conservadores a los fascistas barbudos.
La izquierda europea ha incumplido gravemente, desde el asunto Rushdie – y a los Estados europeos les ha faltado claridad política, y especialmente a Dinamarca que desde hace décadas ha extendido su benevolencia a los asesinos del FIS y del GIA que encontraron en ese país un remanso de paz y constituyeron una retaguardia desde donde preparaban y financiaban, entre otros, los atentados cometidos en Argelia. Recoge ahora los frutos de su ceguera.
Si un bien pudiera salir de un mal, esperemos que el grotesco asunto de las caricaturas del Profeta, lejos de llevar a ciertos Estados a disculparse ante los musulmanes del mundo entero – que recordémoslo, no les piden nada, son los integristas que lo piden – plantee por fin la pregunta en términos políticos: los Estados europeos, las fuerzas progresistas europeas, dejarán que los integristas sigan hablando en nombre de todos los “musulmanes” (es decir, para ellos: creyentes y no creyentes originarios de países musulmanes), o darán por fin a las fuerzas progresistas originarios de países musulmanes el lugar de interlocutores que merecen? Con su ayuda, plantearán por fin las preguntas sociales urgentes que deben resolverse, para que dejen de servir de pretexto y de justificación al adoctrinamiento religioso integrista de una juventud que tiene sed de reconocimiento social, de mezcla social, de trabajo, de integración en Europa.
4 de febrero de 2006
Traducción del francés: Yolanda Rouiller, Mujeres de Negro
También está disponible la traducción al inglés